¿Cómo responden las rapaces ante perturbaciones naturales y antropogénicas?
Un estudio del bosque tropical seco
Marisela Martínez-Ruiz
Escuela Nacional de Estudios Superiores, Mérida, Universidad Nacional Autónoma de México, Tablaje Catastral no. 6998, Carretera Mérida-Tetiz Km 4.5, Municipio de Ucú, C.P. 97357, Mérida, Yucatán, México.
Las rapaces, como águilas y gavilanes (Accipitriformes), halcones (Falconiformes), zopilotes (Cathartiformes), búhos y lechuzas (Strigiformes) comprenden uno de los grupos de aves más carismáticos y se encuentran prácticamente en todo el mundo. Generalmente son aves grandes adaptadas para cazar y consumir carne, tienen picos ganchudos y afilados, así como poderosas garras que usan para atrapar sus presas. Algunas de ellas tienen hábitos carroñeros, como los zopilotes y buitres. Las rapaces cazadoras desempeñan el papel de depredadores tope en las cadenas tróficas e influyen en la estructura de las comunidades biológicas (McClure et al. 2018). Por otro lado, las rapaces carroñeras son consideradas limpiadores de los ecosistemas por reducir la contaminación. Distintas especies de rapaces son consideradas proveedoras de servicios ambientales, como el control de plagas, servicios sanitarios, servicios culturales, etc. (Donázar et al. 2016, O’Bryan et al. 2018).
Para que las rapaces puedan habitar nuestros bosques, selvas y matorrales, es indispensable que se encuentren los recursos necesarios para alimentarse, así como sitios parta refugiarse y anidar. La disponibilidad de estos recursos para las aves puede verse influenciada por los eventos que llamamos “disturbios”, que son cambios drásticos en las condiciones del ambiente; estos pueden ser de origen natural (tormentas, sequías, incendios, etc.) o pueden ser consecuencia de la actividad humana (ej. deforestación por el cambio de uso de suelo). Los disturbios, tanto naturales o antrópogénicos, pueden provocar cambios en los recursos disponibles para las aves rapaces y por lo tanto amenazar su sobrevivencia.
Sabemos que las rapaces de los bosques tropicales son más propensas a estar amenazadas o en peligro de extinción comparado con aquellas que habitan fuera del trópico (McClure et al., 2018). Entre los bosques tropicales, aquellos que son altamente estacionales (ej. bosques secos) están altamente amenazados a nivel mundial. Un ejemplo son los bosques secos de la denominada “Costa Alegre” del estado de Jalisco, que han sido reemplazados por cultivos (sorgo, maíz, papaya, etc.) y por pastizales para alimentar ganado. Para los años 90’s, se estimó una reducción del bosque seco de ~75% en esta región, que actualmente se aprecia como un paisaje con bosques rodeado de cultivos, donde también se encuentran humedales con manglar que son considerados de gran importancia.
Además, los bosques tropicales secos de la costa de Jalisco fueron afectados por el paso del huracán Patricia en 2015, que hasta ese momento fue considerado como el huracán más grande y destructivo en la historia. En los bosques de la región, los árboles perdieron las hojas, frutos y semillas, en algunos se rompieron las ramas y otros fueron totalmente quebrados o desenraizados por los vientos del huracán, y las rapaces del bosque tropical seco se vieron afectadas por dichos cambios a sus hábitats de preferencia.
A partir de censos de rapaces llevados a cabo entre 2016 y 2018 en la costa de Jalisco, un equipo de biólogos nos enfocamos en evaluar la respuesta de las rapaces diurnas (Accipitriformes, Falconiformes, Cathartiformes) ante el paso del huracán Patricia. También nos interesaba conocer como las aves respondieron a la estructura del paisaje después del huracán. ¿Qué fue lo que encontramos? A cinco meses del paso del huracán, observamos que, excluyendo a los zopilotes, el número de rapaces diurnas por km2 (esto es, la densidad de individuos) fue mayor en los bosques que no fueron afectados por los vientos del huracán, comparado con aquellos bosques que sí sufrieron daños.
Una explicación podría ser que la mayoría de las especies de rapaces del bosque seco de Jalisco perchan y anidan en árboles altos, y justamente los árboles de gran tamaño son los más susceptibles a romperse o ser desenraizados por los vientos de los huracanes. Esto significa que las rapaces habrían perdido gran parte de sus recursos de percha y anidamiento.
Observamos que los manglares afectados por el huracán tuvieron una mayor riqueza de especies de rapaces que aquellos donde el huracán no tuvo un impacto importante (Figura 1). En los manglares afectados por el huracán se registraron especies de rapaces que regularmente no se encuentran en los humedales (ej. el halcón peregrino y el halcón reidor) (Martínez-Ruiz and Renton, 2018), y observamos comunidades de rapaces más equitativas en humedales afectados por el disturbio (Figura 1). Además, también registramos una mayor abundancia de zopilotes fue mayor cuando hubo mayor cobertura de los humedales en el paisaje (Martínez-Ruiz et al. 2021). Esta evidencia nos hace pensar que, dado que los manglares son altamente resistentes ante los vientos de huracanes y se recuperan rápido después de estos eventos, representan un refugio para las aves rapaces ante la afectación por huracanes. Además, los humedales con manglar suelen presentar episodios de pulsos de recursos, como brotes repentinos de insectos y mayor disponibilidad de carroña, que pueden ser aprovechados por las rapaces después de la influencia de un huracán. Sin embargo, a los pocos meses del disturbio, observamos que el número de rapaces decrece en los humedales con manglares (Martínez-Ruiz 2020, Martínez-Ruiz et al. 2021). Nuestra evidencia sugiere que el paso de los huracanes puede modificar la dinámica natural de las rapaces diurnas en el bosque tropical seco, usando los humedales con vegetación de manglar como hábitat refugio temporal tras un huracán de alta intensidad.

Respecto a los disturbios de origen antropogénico, la cantidad de bosque remanente en el paisaje también afecta a las rapaces diurnas del bosque tropical seco. Los biólogos observamos que la cantidad de bosque nativo y el número de parches de bosque en el paisaje promueven el número de individuos y la riqueza de especies de rapaces forestales que podemos encontrar (Martínez-Ruiz 2020). Esto indica que las rapaces forestales serían más vulnerables a la pérdida de hábitat en el bosque, pero un alto número de parches de vegetación facilitaría el movimiento de estas rapaces en el paisaje, permitiéndoles moverse entre parches para encontrar recursos. Esto es particularmente importante para aquellas rapaces que no realizan vuelos muy altos, como el Halcón selvático de collar. Asimismo, una mayor área forestal y un mayor número de parches de bosque mantienen una comunidad de rapaces forestales diurnas más estable, es decir, con ligeras variaciones en la composición de especies en el tiempo. Esto puede relacionarse con la alta fidelidad que muestran las rapaces a sus territorios. Por lo tanto, mantener mayores extensiones de bosque no fragmentado aseguraría la estabilidad de este grupo al reducir el recambio temporal de especies (Martínez-Ruiz 2020).
Por otra parte, la cobertura del bosque es menos importante para aquellas especies de rapaces que prefieren los bordes de la vegetación y las áreas abiertas. A estas aves las llamamos rapaces no forestales, y algunos ejemplos son: el caracara común, el aguililla caminera y el aguililla de Harris. Los bordes de vegetación entre bosque y áreas abiertas ocasionan que podamos observar un mayor número de especies de rapaces no forestales en estos paisajes. Esto sugiere que el paisaje actual de la región ofrece una variedad de recursos para las distintas especies de rapaces no forestales, y dicha heterogeneidad les permite complementar sus requerimientos de recursos al moverse entre los bosques, bordes y áreas abiertas (Martínez-Ruiz 2020).
Particularmente estos paisajes con parches de bosque y cultivos favorecen la abundancia de zopilotes, que pueden encontrar alimento fácilmente en zonas no boscosas.
El estudio de la influencia de los disturbios en las rapaces cobra relevancia en el contexto del cambio climático global, ya que los disturbios catastróficos como los huracanes e incendios tienden a ser más frecuentes e intensos, afectando a las rapaces en distintos aspectos de su biología y ecología (Martínez-Ruiz et al. 2023). El hecho de que los depredadores tope resulten afectados por huracanes extremos predice posibles efectos sobre las comunidades de presas de las que se alimentan, afectando así a toda la cadena trófica y al ecosistema. Los manglares tienen una alta importancia ecológica, son uno de los ecosistemas más productivos y proveen valiosos servicios ambientales como protección ante inundaciones, recarga de acuíferos y reducción de la erosión costera. Sin embargo, México alberga una de las tasas más elevadas de deforestación de manglar y los manglares en Jalisco se restringen a una estrecha franja en la línea costera. Aunado a esto, el creciente desarrollo de la urbanización en la costa de Jalisco es otra amenaza para las rapaces, pues implica que los bosques se sigan reduciendo y que los parches de bosque disminuyan en cantidad y tamaño. Por lo tanto, la preservación y restauración de los bosques nativos y de los humedales de manglar resulta primordial para la resiliencia y estabilidad de la comunidad de rapaces ante los disturbios.
Figura 1. Influencia de un huracán mayor en la diversidad de rapaces diurnas del bosque tropical seco. Imágenes de los bosques y humedales de la costa de Jalisco afectados por vientos de un huracán mayor. Gráfico en el medio muestra la riqueza de rapaces en los humedales afectados y no afectados por el huracán. Gráficos a la derecha: curvas de rango abundancia de las rapaces diurnas en humedales afectados y no afectados por un huracán, la curva menos pronunciada de los humedales no afectados (arriba) indica una comunidad más equitativa de rapaces diurnas. 1= Aguililla gris, 2= Caracara común, 3= Aguililla caminera, 4= Halcón selvático de collar, 5= Aguililla negra común, 6= Gavilán zancón, 7= Aguililla negra mayor, 8= Gavilán picogancho, 9= Halcón reidor, 10= Aguililla cola corta, 11= Halcón murcielaguero, 12= Gavilán estriado, 13= Aguililla aura, 14= Águila pescadora, 15= Aguililla canela, 16= Aguililla cola roja, 17= Milano cola blanca, 18= Halcón peregrino, 19= Cernícalo americano, 20=Aguililla de Harris.

Literatura recomendada
Donázar, J. A., A. Cortés-Avizanda, J. A. Fargallo, A. Margalida, M. Moleón, Z. Morales-Reyes, R. Moreno-Opo, J. M. Pérez-García, J. A. Sánchez-Zapata, I. Zuberogoitia, and D. Serrano (2016). Roles of raptors in a changing world: from flagships to providers of key ecosystem services. Ardeloa:181–234.
Imbert, D., A. Rousteau, and P. Scherrer (2000). Ecology of Mangrove Growth and Recovery in the Lesser Antilles: State of Knowledge and Basis for Restoration Projects. Restoration Ecology 8:230–236.
Martínez-Ruiz, M., C.R. Dykstra, T.L. Booms, & M.T. Henderson. (2023). Effects of Global Climate Change on Raptors. Journal of Raptor Research. 57:92–105.
Martínez-Ruiz, M. (2020). Requerimientos de hábitat de rapaces diurnas y su relación con variables ambientales a distintas escalas en el bosque seco de Jalisco.
Martínez-Ruiz, M., and K. Renton (2018). Habitat heterogeneity facilitates resilience of diurnal raptor communities to hurricane disturbance. Forest Ecology and Management 426:134–144.
Martínez-Ruiz, M., R. Rueda-Hernández, and K. Renton (2021). Vulture abundance and habitat association following major hurricane disturbance in the tropical dry forest of western Mexico. Journal of Raptor Research 55:413–424.
McClure, C. J. W., J. R. S. Westrip, J. A. Johnson, S. E. Schulwitz, M. Z. Virani, R. Davies, A. Symes, H. Wheatley, R. Thorstrom, A. Amar, R. Buij, et al. (2018). State of the world’s raptors: Distributions, threats, and conservation recommendations. Biological Conservation 227:390–402.
O’Bryan, C. J., A. R. Braczkowski, H. L. Beyer, N. H. Carter, J. E. M. Watson, and E. McDonald-Madden (2018). The contribution of predators and scavengers to human well-being. Nature Ecology and Evolution 2:229–236.